¿Cuál es el valor del tiempo?. ¿Cuánto vale su tiempo?. ¿Cuánto vale el de los demás?
El manejo del tiempo en la vida actual se ha convertido en un arte que pocos saben administrar y que los organizadores de eventos debemos dominar con cierta destreza.
A menudo me encuentro con personas a las que parece devorarlas las actividades, trabajo, estudio, familia, etc.
Es que acaso se comprometen con más cosas de las que pueden abarcar o simplemente existe el deseo oculto de sentirse todopoderoso, omnipotente y omnipresente? Sumando la sensación extra de haber concluido el día extenuado y probablemente superado por aquellas situaciones que no se han podido resolver.
Es que precisamente el día no tiene más de 24 horas y aún así, muchos se sienten satisfechos, al convertir la agenda de una persona, con actividades y rutinas que bien podrían hacer tres, pero jamás, una sola.
He comprobado que existe una cuestión “marketinera” detrás de esta conducta. Vivir al límite del trabajo, los chicos, los trámites, la facultad, el colegio de los niños, los parientes y sus problemas, cuestiones de salud y tantas otras tareas y preocupaciones que van cargando nuestra agenda, agotando nuestras energías y cansando el cuerpo visiblemente.
Varias veces me ha pasado estar con personas a las cuales les ha sonado el celular y fingen estar muy ocupados, desbordados, superados por las cosas que deben hacer. Fingen, con certeza, puesto que si estuvieran tan ocupados no estarían hablando de lo que aún les queda por hacer, más de 5 minutos en lugar de invertirlos en la tarea pendiente.
Otras veces me tocó llamar a esas mismas personas que luego de preguntar si están ocupados, responden que sí, pero que le diga el motivo de la llamada de todos modos.
A esas personas, para las cuales no existen vacaciones, sábados ni domingos, tardes de una buena lectura, momentos de relax, ni paseos con sus hijos: ¿Qué les queda?
A quienes jamás las llamarás mientras están compartiendo un café con un amigo, visitando un familiar enfermo o llevando a cabo una actividad solidaria. ¿Qué les falta?
Claro está que es imprescindible, vender, producir, fabricar, manejar: trabajar. Pero trabajar en la administración del tiempo de uno mismo y para uno mismo es también un trabajo. No redituable económicamente. Pero enriquecedor personal y profesionalmente. Ese tiempo, también es necesario.
¿Cómo es que el tiempo pasa volando si a veces uno permanece atascado en el tiempo? ¿Cómo es que si el tiempo va con nosotros a todos lados, lo perdamos en el camino?
Las respuestas a estas preguntas aparentemente contradictorias, probablemente tengan que ver con una serie de sugerencias que nos permiten optimizarlo y no mal gastarlo sin darnos cuenta:
Respetar el tiempo de los demás, es también respetar el propio tiempo.
Llevar una agenda con las actividades lógicas que se pueden realizar en el día.
Decir NO, a las cuestiones o personas que precisamente nos quitan tiempo.
Recordar que todo lo que hagamos puede resultar valioso, siempre y cuando responda a una organización previa, acorde a prioridades preestablecidas.
Distinguir las tareas que pueden ser delegadas de aquellas que debemos realizar indefectiblemente nosotros mismos.
Vivir el tiempo presente, pues el pasado ya pasó y el futuro aún no llegó.
Excelente post! El tiempo...una paradoja existencial en un mar de incomprensiones solitarias. Desde hace ya un tiempo que el tiempo no se valora como tal. Es difícil hacerles comprender a los organizadores de eventos el valor intrínseco que posee. El tiempo no se pierde sino transcurre mientras los demás no se dan cuenta que se gana...
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