Respetemos a los demás como nos gusta que nos respeten.

Hace tiempo que viene asombrándome la falta de respeto en los niños, pero no sería tan grave si esto no fuese acompañado por la indiferencia de los adultos y la misma falta de respeto a la que estos se suman, incluso en lugares de culto.

Recientemente hice  "turismo religioso" y grande fue mi sorpresa al ver que ni siquiera estos espacios  son respetados.


En Esperanza (Provincia de Santa Fe, Argentina) la Basílica de la Natividad de la Santísima Virgen una maravilla espiritual, artística y arquitectónica. Allí, la misma detalla la vestimenta que se debería evitar para ingresar. 
Al leer cada uno de los puntos, recordé las instrucciones recibidas al respecto en el colegio de monjas al que asistí desde los tres años hasta que me recibí. Donde incluso se nos instaba a quitarnos la mochila de la espalda y hacer que colgara de nuestra mano, entre otras cuestiones que deberíamos tener en cuenta al ingresar a un templo religioso, aunque este no pertenezca a nuestra religión.
Antes de atravesar las puertas de  la Basílica y casi como un acto reflejo me quité la mochila y la tomé con mi mano derecha. Inmediatamente vino a mi memoria el mismo gesto, la misma reacción que tenía de niña, en aquella época en que la mochila, era para mí, más frecuente que en estos días. ¿Será que para todos no es lo mismo?
Debo reconocer que me sorprendieron los items que formaban parte de la "etiqueta religiosa" que debería observarse. Sin embargo lo consideré oportuno, puesto que no  necesariamente las personas que la visitan tienen que pertenecer a la misma religión e incluso  muchos de los que la comparten pareciera, a veces, olvidar lo que corresponde. Así es que sin más, me detuve a reflexionar y a admirar la belleza que tenía ante mis ojos, una vez más.

Es evidente que ninguna normativa escrita resulta suficiente cuando esta no se obedece.

En la Gruta de la  Virgen de Lourdes, en Alta Gracia (Provincia de Córdoba, Argentina), innumerables carteles indican:


  • Haga silencio
  • Apague su celular
  • Cuide sus pertenencias
  • Cuide a los niños
  • No ingrese con alimentos


Sin embargo, nada de esto se cumple, salvo el cuidado de las pertenencias.

Allí los niños corrían entre los bancos, jugando, gritando. Los celulares sonaban en sus más estridentes versiones. En fin...
No salía de mi asombro. Recordaba el comportamiento de los niños y los adultos, hasta no hace mucho tiempo, incluso en otros lugares de oración que me gusta conocer cuando estoy en algún lugar nuevo, pero nada se parecía a semejante falta de respeto.  Solo unos escalones separan la zona de la Gruta de un pequeño templo, donde han puesto a una persona con la única función de asegurarse que cada "visitante" tenga su celular apagado antes de ingresar. 
La situación, al ver que cada uno de nosotros era "revisado" para confirmar que su celular no sonaría en el interior, me hizo pensar  en la evidente necesidad de revertir la conducta, los modales, la educación y el respeto no sólo por uno mismo, sino por las demás personas que se encuentran a nuestro alrededor.

Con esta crítica simplemente pretendo lograr  que todos reflexionemos.

Si los adultos no nos respetamos entre nosotros, difícilmente logremos que los niños nos respeten como adultos.

Los buenos modales y la educación, también serían  buenos motivos por los cuales los argentinos tendríamos que estar orgullosos. 

Por favor, reflexionemos. Gracias.


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