Muchas veces nos han preguntado cuando eramos niños: ¿qué seríamos de grandes? Y seguramente hemos ido variando nuestras respuestas con el transcurso de los años. Hasta que en la última etapa del secundario se iría marcando definidamente nuestra orientación vocacional que años más tarde y con la actividad profesional se habrá ido modificando o superando gratamente, en el mejor de los casos.
Cuando los que hacemos una actividad la hacemos convencidos de los beneficios que podemos aportar, no hablamos de narcisismo, vanidad u orgullo desmedido. Sino que la pasión por lo que hacemos nos pone día a día frente a un desafío con nuevas herramientas para trabajar.
Con aquellos colegas con verdadera vocación, compartimos nuestras experiencias satisfechos de lo que nos produjo haber llevado a cabo nuestra tarea lo mejor posible, entregando muchísimo tiempo, sinceras emociones y los conocimientos adquiridos día a día sumándole nuestra experiencia.
A veces me pongo a pensar en la cantidad de oportunidades que me va dando la cotidianidad para aplicar lo que aprendo todos los días desde el ceremonial y no me arrepiento de haber elegido ésta disciplina orientada a los Eventos.
Mediante éste artículo quisiera exhortar a los estudiantes o interesados de todas las edades a desarrollarse en el ámbito del Ceremonial.
Porque conocerlo les brindará seguridad a la hora de organizar o disfrutar inolvidables Eventos. Además, si descubren en él su verdadera vocación encontrarán diferentes oportunidades en las que continuar de la mano.
Es cierto que como en todos los trabajos vemos día a día que hay personas que sin siquiera los conocimientos más elementales ocupan puestos de Ceremonial, probablemente sin saber de qué se trate. Pero lejos de desanimarnos deberemos motivarnos a continuar capacitandonos a seguir desarrollando nuestra verdadera vocación para aportar gratamente beneficios al ejercicio de ésta actividad tan apasionante.
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